Fe Baca se ha convertido en una referencia dentro de las nuevas voces peruanas que dialogan con el art pop desde una mirada introspectiva. Su camino comenzó en entornos independientes, primero con grabaciones caseras y luego con un debut que llamó la atención por su delicadeza emocional. Esa base le abrió un espacio donde la palabra, la voz y la experimentación funcionan como materiales que se transforman según sus estados internos. Gestos Remotos, su segundo disco, toma ese impulso inicial y lo lleva hacia una zona de mayor profundidad, donde la sensibilidad se vuelve estructura.
El trabajo junto a Efrén Castillo sostiene gran parte del carácter del álbum. Ambos comparten un modo de construir que no depende de brillos fáciles, sino de decisiones que permiten que cada elemento conserve su respiración natural. El disco funciona como un tejido en movimiento, levantado a partir de capas que se apoyan unas sobre otras con una paciencia que se siente en la escucha. Canciones nuevas y composiciones de años anteriores encuentran puntos de contacto hasta formar una continuidad emocional que parece avanzar sin prisa, guiada por una voz que abraza texturas cambiantes.
La escucha del disco abre un espacio donde la emoción se desplaza sin esquemas rígidos. Las letras avanzan con una transparencia que permite sentir procesos internos sin explicarlos de manera literal, mientras la producción cuida que todo fluya con una temperatura constante, casi meditativa. Fe trabaja su escritura como si ordenara pensamientos dispersos y les diera una forma que respira sin presión, dejando que las voces y las texturas se acomoden por sí mismas. Esa manera de construir crea un ambiente en el que la intimidad no se impone, simplemente aparece con suavidad, invitando a acompañar los cambios que atraviesan su vida afectiva.
Al finalizar, el disco deja la impresión de haber entrado en un lugar reservado, casi secreto. No se trata de un registro que busque impacto inmediato, sino de un camino que se despliega al ritmo de sus propias revelaciones. En Gestos Remotos, Fe Baca convierte su mundo interno en una forma palpable, hecha de detalles que se quedan rondando mucho después de la última escucha. Su obra crece hacia dentro y hacia afuera con la misma calma, invitando a acompañarla sin expectativas fijas, solo con la disposición de entrar en la intimidad que ella decide compartir.
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