La banda chilena 1960 regresa con fuerza y una propuesta renovada. Tras el impacto de su debut Dopamina, el grupo valdiviano presenta Americano, un disco de ocho canciones que marca un cambio estético profundo y deliberado, consolidando una nueva etapa creativa y emocional.
Producido por el destacado músico y productor Diego Peralta y grabado en Estudio Subacuático (Santiago de Chile), Americano funciona como una bitácora íntima de una banda en plena transformación. El sonido, más contenido y minimalista, evidencia un proceso de depuración que refleja una identidad en maduración.
“Queríamos hacer canciones que pudiera tocar una banda de cuatro o cinco integrantes. Diego fue clave para encontrar la dirección final”, explica su vocalista Sebastián Rivera.

Americano se adentra en un territorio emocional más denso: cansancio, dudas, miedos ocultos y pequeños resplandores de claridad. Esa sensibilidad se articula en una imagen central: un conejo, símbolo que guía la narrativa visual del proyecto y se expande en videoclips, fotografías y concepto gráfico.
El guitarrista Dante Rivera sintetiza la esencia del álbum con una frase contundente: “Es un disco bien chileno”.
Durante su creación, la banda se sumergió en referentes como Pettinellis, Fother Muckers, Cristóbal Briceño y Niños del Cerro, al tiempo que dialogaban con influencias latinoamericanas y globales: desde Él Mató a un Policía Motorizado hasta la épica emocional de Arcade Fire.
“El resultado es un disco redondo; un viaje completo”, agrega Dante.
Las primeras canciones nacieron en Valdivia, cuando Sebastián y Dante volvieron a vivir juntos. En el comedor de la casa de su madre, entre guitarras, grabadoras y café, surgieron piezas como “Capibara” y “Siempre vuelvo acá”. Desde allí, el material viajaba constantemente a Santiago para tomar forma definitiva junto a Peralta.
Uno de los momentos más memorables del álbum aparece en el track 5, que cuenta con la participación de la artista nacional Flores Alegría, quien introduce una textura luminosa que contrasta y complementa el universo emocional del disco.
La carátula de Americano es una fotografía cedida por el comediante Fabrizio Copano, una imagen cargada de melancolía que refuerza el tono introspectivo del álbum y subraya su narrativa afectiva.