Desde Lima, Nicolás Duarte lleva más de dos décadas transformando su forma de entender el rock. Fue voz y guitarra en Cuchillazo, una de las bandas más potentes del circuito alternativo peruano, y pieza clave en La Mente, proyecto que desarmó los límites del género con una mirada mestiza y urbana. En paralelo, impulsó el colectivo y sello Descabellado, sosteniendo una escena que creció a contracorriente. Su carrera solista comenzó en 2017 con los EPs Seis canciones para el fin del mundo y Y algunos demos para después, trabajos que marcaron el inicio de una búsqueda más personal, centrada en la escritura y en la necesidad de despojarse de cualquier máscara.
Su más reciente sencillo Quemarme contigo se inscribe en esa etapa. Nace de una imagen tan simple como poderosa. Todo parte de una frase hallada al azar mientras jugaba con la guitarra: “ay qué dolor le dijo la luna al sol”. Esa línea despertó en Duarte la sensación de estar frente a una canción perdida en el tiempo, una suerte de copla ancestral que encierra una verdad universal. A partir de ella construyó un mito de amor y castigo, donde dos cuerpos celestes son condenados a la distancia después de tocarse. La luna anhela extinguir su brillo con tal de liberarse del deseo. La historia se cuenta desde la ternura y la resignación, en un tono que recuerda a los relatos transmitidos por generaciones.
En lo musical, el tema avanza sobre una base de blues que se retuerce con guitarras de aire andino y un tempo contenido que refuerza su carácter contemplativo. La producción busca mantener esa sensación de canción antigua, como si hubiera existido desde siempre y solo esperara ser descubierta. Cada rasgueo y cada pausa se sienten al servicio de una historia que respira humildad y trascendencia al mismo tiempo.
A lo largo de discos como Las Fiestas del Olvido y Relatos del aislamiento social obligatorio (2020), el doble Películas infames de directores famosos (2021) y Más Amor (2023), Duarte ha mostrado distintas versiones de sí mismo. Lo visceral, lo espiritual y lo melancólico conviven sin imponerse. Quemarme contigo condensa esa evolución emocional. Es la voz de un músico que ya atravesó el incendio y ahora canta desde las brasas, con la calma de quien aprendió que el fuego también puede ser una forma de permanecer.
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