‘LANGARA’, el primer grito íntimo del artista peruano Mauricio Rosadio desde el exilio emocional

Desde algún rincón lluvioso de Vancouver, Mauricio Rosadio aprendió a traducir el dolor a un lenguaje más honesto que el español y el inglés: la música convertida en diario urgente, en murmullo que nadie escucha salvo uno mismo. LANGARA, su primer EP, no se piensa tanto como debut sino como desahogo. No hay aquí presentación de artista ni discurso inaugural. Lo que hay es un cuerpo extraño intentando adaptarse a una ciudad nueva mientras otro cuerpo —el amado, el ido— se le deshace en la memoria. Las canciones, cinco fragmentos de esa ruptura, son también la bitácora de alguien que decidió no callar más.

Las migraciones no solo se dan entre países: también se habita la nostalgia, se cruza el duelo, se sobrevive al eco de un acento que ya no se usa. En ese sentido, LANGARA está lleno de silencios con frío. Cada tema nace de la urgencia y la incomodidad, de tener que buscar refugio en medio del naufragio. “Perpetuos” se escribe como un intento desesperado por retener lo que ya no está; “Podrás llamar?” pregunta sin esperar respuesta; “Lo sé, te usé” parece dictada por alguien que entendió todo cuando ya no había nada que salvar. No hay dramatismo impostado, solo la crudeza de quien grabó sin tiempo de respirar entre toma y toma.

La producción es cruda, pero no por falta de técnica, sino porque fue necesario así. Las sesiones no dan lugar a correcciones; son cicatrices abiertas puestas sobre la mesa. Marshall y Deverow, en la producción y masterización, entendieron que la urgencia no se edita. Fidel Flores Rojas colabora en la composición, pero es evidente que Rosadio canta solo, incluso cuando alguien más lo acompaña. Su voz no está “pulida”, está viva, y eso la hace doler más. En este álbum no hay espacio para el disfraz ni para la metáfora fácil. Todo lo que se escucha sucedió.

Y sin embargo, lo más potente del EP no está en lo que cuenta sino en lo que permite intuir: cuántos inmigrantes no se han despertado en un país nuevo con el alma aún viviendo en el anterior. Cuántos duelos se han tenido que posponer por tener que firmar papeles, buscar trabajo, aprender a sobrevivir. LANGARA pone nombre propio a esa herida colectiva y la convierte en un retrato sin filtros. No hay moraleja ni consuelo, solo un espejo empañado donde a veces nos reconocemos sin quererlo. Lo íntimo, en manos de Rosadio, se vuelve comunidad.

Es fácil olvidar que detrás de cada álbum debut hay un cuerpo que resistió. Mauricio no canta desde el personaje, canta desde la herida. En su EP no hay promesa de futuro ni ilusión de éxito: hay sinceridad, y eso ya es demasiado. LANGARA duele porque no busca conmover, solo contar lo que pasó cuando nadie más estaba mirando. Quizás por eso conecta. Quizás por eso uno vuelve.

Escúchalo aquí:

Total
0
Shares
Contenido relacionado: