Jaime Pareja, un nombre que ya dejó huella en el circuito musical peruano con Temple Sour, ha soltado las amarras y se ha lanzado sin reservas en su proyecto solista, La Guarida del Dragón. Desde la CDMX, donde la máquina cultural nunca se detiene, ha moldeado “TrashCRIOLLO”, un disco que no se arrodilla ante los dogmas y que redefine las formas de la música afroperuana. Este no es un ejercicio de nostalgia, sino una reinvención feroz que no teme ensuciarse las manos con rock, trap, metal y electrónica.
La migración de artistas peruanos a México no es un fenómeno nuevo. Los Outsaiders, Plutonio de Alto Grado y Lorena Blume ya han dejado su estampa, pero lo de Jaime es distinto: no llegó a integrarse en una escena, sino a dinamitarla desde dentro. “TrashCRIOLLO” no suena a una búsqueda de validación. Es la expresión de un músico que ya quemó sus barcos y ahora solo avanza.
Desde el primer minuto, el disco se siente urgente. No hay introducciones tibias ni momentos de descanso. La percusión afroperuana se vuelve un engranaje más dentro de una maquinaria pesada de guitarras y programaciones que parecen construidas para hacer colapsar cualquier intento de categorización. “hambre.” ya había dado la pauta: bajos opresivos, una voz que muta entre el canto y el alarido, y una producción que no teme empujar los límites.
En un presente donde el rescate de la música tradicional a veces cae en la reverencia más inofensiva, “TrashCRIOLLO” toma el camino contrario. Aquí no hay contemplaciones, sino una apropiación sin complejos que lo mismo homenajea que destruye para construir algo nuevo. Jaime no se limita a vestir los ritmos afroperuanos con sonidos modernos: los estira, los rompe, los desafía a sobrevivir en terrenos inexplorados.
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