Con “J”, el dúo te vi en un planetario no solo lanza una canción; nos ofrece un manifiesto sonoro sobre lo que significa amar con todo el peso de la incertidumbre. Alexis Ramos e Ilka Serna toman las emociones más humanas —miedo, deseo, ansiedad— y las destilan en un track que es tan íntimo como expansivo.
La magia de “J” radica en su capacidad para construir un puente entre extremos. Desde los primeros acordes, el tema nos envuelve con una atmósfera densa y abrasiva, pero al mismo tiempo, su melodía es de una dulzura devastadora. Grabada en los Estudios El Diamante de la Ciudad de México bajo la producción de José Luis Alcalde y finalizada en Buenos Aires con Pablo Barros, la canción lleva al oyente en un viaje sonoro que evoca el espíritu de My Bloody Valentine y Cocteau Twins, pero con un alma profundamente mexicana.
“J” es más que una canción sobre el amor; es un ensayo sobre el miedo a la entrega total. Las mariposas en el estómago aquí no son el preludio de un cuento de hadas, sino la metáfora perfecta para la ansiedad de dejarse caer sin saber si alguien estará allí para atraparte. Este single captura con precisión ese momento previo al enamoramiento, cuando todo parece colapsar pero también florecer.
En un panorama donde la música suele preferir lo superficial, te vi en un planetario se atreve a bucear en aguas profundas. “J” es una balada para prom, sí, pero también un himno para quienes saben que el amor no solo brilla, también arde. Las capas de guitarras distorsionadas y los ecos etéreos crean una experiencia sensorial que te hace sentir como si flotaras en el aire, justo antes de tocar el suelo.
Alexis e Ilka no tienen miedo de mostrar vulnerabilidad, y esa honestidad se traduce en cada segundo de esta canción. “J” no busca respuestas; es un recordatorio de que la belleza de la música reside en hacernos preguntas difíciles.
Con “J”, te vi en un planetario no solo consolida su lugar en la escena shoegaze, sino que también apunta a trascenderla. Disponible en todas las plataformas digitales, esta balada invita a los oyentes a entregarse al vértigo del amor, al menos por cuatro minutos.