Algo se gestó en La Plata

La marea nos arrastró hacia atrás. Intentamos sin éxito avanzar y meternos entre la gente. Estábamos casi pegados a las vallas que separaban el campo de las plateas. Me paro sobre un escalón, tomo el celular con una mano y filmo todo con un paneo general. El Estadio Luna Park estaba colmado, la masa vibrante se movía al unísono, bailando con el eléctrico, poderoso y arrasador set sinfónico de Peces Raros. 

¿En qué momento crecieron tanto? Si hace poco mis amigos y yo bailábamos y dejábamos a su música permear nuestros cuerpos en algún club underground de la ciudad.

Este crecimiento no fue repentino: llevan una década entre escenarios, estudios y pistas de baile, construyendo un estilo único y un sonido propio que ya lograron “sellar” como marca. El último año, el impulso se aceleró y alcanzaron dos sold out en Complejo Art Media, dos Estadio Obras Sanitarias, dos giras consecutivas por el interior de Argentina, Latinoamérica y España. Un Luna Park como punto cumbre nacional. Sospecho que no van a parar.

La experiencia 

Todo aquel que conoce a Peces Raros sabe que no es una banda más, sino una experiencia conceptual, una performance en la que todos estamos invitados (o incitados) a formar parte. Este concepto implica comprender lo híbrido entre la tradición de rock y la música electrónica con su particular clave de escucha y disfrute, donde el movimiento sincronizado entre los cuerpos en masa y sonidos, y otras experiencias, confluyen.

La génesis es el rock. Su música no pierde nunca el foco en la estructura de canción, en las letras, en sostener una fuerte base de instrumentos y distorsión. En parte, eso proviene de su formación académica en la Universidad Nacional de La Plata, donde Lucio Consolo y Marco Viera se conocieron y sentaron las bases del proyecto. 

Pero por otra parte esa raíz rockera, si bien está arraigada a la cultura argentina en general, es particularmente inherente a las personas que nacieron aledañas al Río de la Plata. El rock tiene una presencia mucho más marcada y brota con más fuerza en toda identidad rioplatense de pura cepa, más que en otras regiones del país. 

En esencia, esta hibridez musical no es algo nuevo. Podemos mencionar básicamente su influencia en Radiohead y que la idea de mezclar géneros que, a priori, podrían ser antagónicos, ya fue explorado acá por Gustavo Cerati. Y hay más ejemplos. Pero la manera en la que Peces Raros lo ejecuta, particularmente para el vivo, es completamente novedosa porque se apropian de elementos que componen a la cultura raver o clubber: un lenguaje musical envolvente, de armonía circular y, concretamente, de estimulación corporal. El baile es la llave que abre toda la experiencia. 

Clave rave

La nueva cultura joven, en parte, se define por el raving y el clubbing, asociados a determinados comportamientos y un estilo definido que los distinguen del resto de las culturas jóvenes de décadas pasadas, dice Bill Sanders en su ensayo Young Culture and Clubs (2001).

Ingresar en un trance de oscuridad y ritmo galopante. Luces parpadeantes. Cuerpos, roces. En ese contexto, se producen experiencias sensitivas que pueden ser efímeras, pero también intensas. Así define Víctor Lenarduzzi a la clave dance del universo de la música electrónica en su tesis Placeres en Movimiento (2012). El cuerpo en la pista de baile, estimulado por la música, se altera. 

La música tiene una función social: logra intensificar nuestro sentido del presente, nos recuerda que estamos aquí, ahora, siendo. Todo esto se logra en la experiencia colectiva producida en un contexto dance, porque no sucede lo mismo cuando escuchamos un set a través de YouTube en nuestro living o los temas del disco en Spotify. 

El estar-juntos-con-la-música, la interacción, el contacto físico, el placer de conectar con la música, cerrar los ojos. En una rave se gesta algo único. También se nutren los vínculos, se crean interacciones, amistades, amores. Anécdotas. Suele haber un estímulo en nuestro centro de eroticidad que se expresa en el baile, en movimientos y roces corporales. En miradas. En el trance solitario hasta tenemos pensamientos, piezas que encajan, ideas que se destraban. Data que nos cae.                                              

En la cultura rave se construyen identidades y quizás por eso el fenómeno de la electrónica sigue en ascenso. Aunque estos elementos pueden parecer centrales, su foco está en la música: es como un gel que une a todo el evento, dice Sanders, y sin ella nada de esto existiría ni podría sostenerse en el tiempo.

No sé si fue intencional o no, pero es por ahí lo que propone Peces Raros: su música en estudio se transforma formato set para ser disfrutado en un contexto diferente, de directa asimilación a la cultura rave. Sus shows parecen estar diseñados para que vivamos y construyamos este tipo de experiencias. Allí se están formando subjetividades de manera colectiva. Estamos compartiendo códigos. Un nuevo público podría estar consolidándose. 

La fusión

En un show de Peces Raros confluye la esencia de dos universos musicales. Sus tipos de públicos pueden diferenciarse por la manera en la que cada uno disfruta de la conexión con la música. Hay algo distintivo en sus actitudes y comportamientos. 

El rockero mira el escenario, identifica instrumentos, presta atención a lo que sucede con la música. Canta, sigue la melodía. Observa el contexto, a la gente, a su alrededor. Y se entrega. Se deja permear. Baila discreto. Se integra, lentamente, a la clave rave

El raver va predispuesto a bailar intensamente. Hay otra lógica de apreciación musical. Casi no ve el escenario, no canta. No conoce todas las letras. Conecta con su grupo. Cierra los ojos, siente la música. Baila siguiendo lo que dictan las secuencias del sonido. A veces sí, mira, identifica músicos, instrumentos. Sabe que es diferente a las fiestas que frecuenta. Sabe que hay rock. 

Ambos públicos conviven, se nutren. Hay una simbiosis. Esta diferencia no siempre se ve en extremos. Hay un híbrido que a grandes rasgos se percibe homogéneo. Antes de empezar hay atención, silbidos. Todas las cabezas se dirigen al escenario. Es un show. Cuando empieza hay baile, movimiento, descontrol. Es una fiesta.

Y Peces Raros es consciente de que todo esto sucede. Sus shows están preparados para fluctuar entre ambos mundos. En el Luna Park, sin dejar de lado su propuesta rave, hicieron un auténtico show. Decidieron inclinarse levemente hacia la tradición del rock, incluyendo momentos con solos de guitarra y distorsión, con fuerte presencia de batería acústica. Quizás pensaron estratégicamente en hacer honor al mítico escenario y en conformar al más amplio porcentaje ríoplatense de su público.

En Palacio Alsina, Córdoba, moderaron apenas su presencia rockera y se enfocaron en crear una atmósfera sonora y visual diseñada para la experiencia dance. Para el closing, la atinada decisión de elegir a Victoria Engel, una de las máximas exponentes de techno en Latinoamérica, quien también los acompañó cerrando la noche anterior en Rosario. Nada de esto es al azar: en estas dos ciudades (mayormente en Córdoba) hay una cultura electrónica que crece y un público que quiere bailar.

La performance de los Peces se alterna: le ofrecen a sus públicos las potencialidades de las dos vertientes. Dependiendo de la ciudad o el escenario en el que toquen, tanto su público como su show varía, inclinándose ligeramente hacia un lado o hacia el otro. 

Lo que empezó Peces también lo está haciendo Varese, otro dúo en crecimiento (también platense) de híbrido electrónico-rock/pop que propone un concepto similar: canción, letra, instrumentos, set de electrónica, dance, rave. Su último show fue también un gran hito para la banda. Allí, entre la pista llena de Underclub en Capital, pude detectar tres remeras de Peces Raros. Todo esto me hace pensar que algo está pasando en la escena under de Argentina.

No podemos afirmar lo que va a suceder en el futuro, pero algo se siente en el aire. Ambos dúos podrían estar dejando el terreno allanado para la proliferación de este tipo de bandas y para que un nuevo público emerja y se consolide. Convocan. Mueven cimientos. Generan pasiones. Algo raro está pasando. Algo se gestó en La Plata. 

Escrito por: Belén Pretto

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