Perú lleva años atrapado en una espiral de crisis que parece no tener fondo. Presidentes que caen uno tras otro, un Congreso que legisla para protegerse, protestas ahogadas a balazos y una sensación generalizada de que el país se quedó sin dirección. Vivir en ese escenario rompe vínculos, genera apatía y normaliza lo inaceptable. Desde ese contexto nace Humanidad, la nueva canción del músico peruano Lobo Gris junto a SAK. El tema no es un lamento ni una consigna. Es una advertencia emocional.
Desde sus primeras líneas, Humanidad expresa el agotamiento de convivir con la indiferencia. No se trata de una denuncia abierta ni de una canción de barricada. Lobo Gris opta por un enfoque más crudo: mostrar el daño con sutileza y con música. La producción tiene una estructura tensa, sin alivios melódicos. Hay una capa de distorsión creciente, como si en cualquier momento todo pudiera estallar, pero nunca lo hace. La incomodidad es constante. El sonido remite al rock alternativo y al noise pop de los noventa, con toques electrónicos que refuerzan el vacío.
El videoclip acentúa esa sensación. Dos soldados, uno herido, otro arrastrándolo por la orilla de un mar indiferente. Es una imagen seca, directa y potente. El símbolo no necesita traducción, pues parece que la guerra ya ocurrió y dejó a todos rotos. Lobo Gris no filma para impactar, filma para dejar claro que incluso en los márgenes hay espacio para preguntarse qué pasó con la empatía.
La conexión con México es inevitable. El mismo desgaste, la misma desconfianza, la misma tentación de seguir adelante sin mirar alrededor. Humanidad incomoda porque no ofrece salidas fáciles. No idealiza el dolor ni vende superación. Solo describe una escena que se repite con distintos nombres en toda América Latina. Y lo hace con claridad, sin ropajes poéticos ni frases diseñadas para quedar bien.
Apostar por este tipo de canciones no da premios ni lugar en festivales de tendencia. Pero algunas cosas tienen que decirse aunque duelan. Sobre todo cuando tanta gente ha optado por callar.
